La insistencia de escribir
Ya ni sé cuántas veces he intentado mantener un blog. Siempre comienza igual, tengo una idea que quiero desarrollar, siento que a alguien le puede interesar y me pongo a trabajar en la infraestructura: conseguir el dominio, utilizar algún hosting, instalar los componentes, el tema, a veces un logo, etc. Todo eso cuesta dinero, además de tiempo. El impulso me lleva a escribir más o menos seguido las primeras semanas, pero después la energía baja, siento que los temas se acaban y ahí muere otro intento más.
Después viene el periodo de la verdad: a nadie le interesa lo que escribo. Normalmente anuncio en Twitter cada vez que pongo una nueva publicación y hay gente que me lee, cosa que agradezco. Pero tengo que aceptar que lo que escribo está lejos de ser de interés general. No veo a alguien buscando un tema en Google y que mi página aparezca en primer lugar. Probablemente sea lo mejor, no busco ser popular ni tampoco que mis artículos estén optimizados para los buscadores de Internet.
¿Cuál es la insistencia de seguir escribiendo, publicando, pagando por servicios de hosting? No puedo argumentar que busco un legado, ya que con cada iteración termino borrando todo. Tampoco estoy buscando ganar dinero, nunca pongo anuncios y hago contenidos orientados a patrocinios. No tengo una respuesta concreta.
Supongo que escribir me da al menos un periodo de reflexión. Poner en palabras medianamente ordenadas mis pensamientos me da un sentimiento de paz: al menos intenté expresar lo que me daba vueltas en la cabeza. Me es relativamente imposible vivir sin sacar las cosas que traigo en la mente. Entonces tengo que transformarlas en palabras con un mínimo de coherencia.
Pero escribir es algo que se puede hacer en cualquier lado. Durante muchos años escribí en libretas de pasta negra, cuyo destino siempre es el mismo: destruidas y quemadas en una fogata. Tengo que decir que no se perdió nada sobresaliente. De nuevo, el objetivo es solamente que todo eso no esté en mi cabezota. Ya que están en un papel, son problema de alguien más. Y ya que están quemadas, no son problema de nadie.
Entonces, ¿para qué ponerlas en Internet? Yo pienso que en estos tiempos de libertad excesiva es fácil perder el sentimiento de dirección e intención en mis acciones. ¿Para qué hacer cualquier cosa? Siempre justificamos la manera en la que gastamos nuestras vidas con un objetivo trillado, como el dinero, la familia, la educación de los hijos (¿Quiere alguien pensar en los niños?) y otras cosas. Pero me he dado cuenta de que la respuesta a los ¿para qué? casi nunca es para sentirme bien. Solo porque me gusta. ¿Hay otra razón más poderosa?
Me gusta la manera en que se ven mis palabras en un sitio público en Internet. De vez en cuando llega un completo extraño, sin ningún tipo de conexión conmigo o mis redes sociales, y lee mis palabras. A veces, Internet sí hace su magia, cuando lo dejamos y no lo inundamos de anuncios, tendencias, optimización para los buscadores, etc.
Entonces, ¿por qué la insistencia de escribir? Porque lo contrario es darse por vencido, ya no dar batalla en contra de esas corporaciones que buscan transformar el Internet en sus máquinas de dinero, capitalizar nuestros pensamientos, fincar su dinero en nuestras redes sociales. Dejar de publicar en Internet sería aceptar que el único camino viable es el ostracismo, ocultarse de los demás ya no solo por su opinión (bueno fuera que pudiera escuchar sus opiniones) sino por su indiferencia. Insisto en escribir porque quiero mantener la ilusión de que el objetivo son las letras, la paz mental. No la necesidad de audiencia.